El 15 de junio se conmemora el Día Mundial de la Toma de conciencia del Abuso y Maltrato en la vejez. Este día lo designó en 2011 la Asamblea General de Naciones Unidas, para dar visibilidad y sensibilizar a la población sobre los abusos y al sufrimiento infligido a las personas mayores en los diferentes contextos donde se produce.
El abuso y maltrato a las personas mayores es un fenómeno poco tratado generalmente y aún muy poco abordado en planes de acción contra la violencia, ya que se trata de una circunstancia que pasa inadvertida por una parte por la falta de denuncia de las víctimas, y por otra por el silencio cómplice de los malos tratos que el entorno de la persona también muestra. Este silencio puede deberse a los temores de las víctimas a sufrir represalias, ser abandonadas o el miedo a perder relaciones significativas. Puede darse también la circunstancia de que los malos tratos muchas veces son desconocidos o minimizados por las propias víctimas. También existe un silencio por parte de familias y cuidadores, que no ayuda a que estos hechos salgan a la luz y puedan ser abordados por las administraciones y profesionales.
En los años noventa, en la Primera Conferencia Nacional de Consenso sobre el anciano maltratado se definieron los malos tratos a las personas mayores como cualquier acto u omisión que produzca daño, intencionado o no, que ocurra en el medio familiar, comunitario o institucional, que vulnere o ponga en peligro la integridad física, psíquica así como el principio de autonomía o el resto de los derechos fundamentales del individuo, constatado objetivamente, o percibido subjetivamente con independencia de la intencionalidad o no y del medio donde suceda.
Existen varios tipos de maltrato, los cuales van desde el abuso, que puede ser físico, psicológico, económico o sexual, a la negligencia y la vulneración de derechos. En el contexto institucional, son las contenciones físicas y farmacológicas la forma más clara de maltrato hacia las personas mayores.
Entre los factores de riesgo de las víctimas se encuentran el grado de dependencia y el comportamiento de la persona mayor, siendo las personas con mayor grado de dependencia para las Actividades de la Vida Diaria y los que presentan problemas de conducta asociados a las demencias las personas que mayor riesgo tienen de sufrir maltrato. Otros factores como la soledad no deseada pueden contribuir a que las personas puedan estar en riesgo de que otras personas puedan aprovechar las circunstancias y provocarles un daño de tipo económico por ejemplo. Pero también existen factores de riesgo en el maltratador, como puede ser la no aceptación del papel como cuidador/a, dependiendo económicamente de la persona mayor y con antecedentes psiquiátricos que rechaza ayudas sociales de la comunidad para el apoyo a los cuidados. El estrés derivado de diversas causas personales, laborales pero también asociadas al cuidado es un predictor importante de los malos tratos en el entorno familiar.
Las consecuencias psicológicas de los malos tratos son muy negativas y las personas mayores pueden no llegar a recuperarse de las secuelas emocionales provocadas, ya que se producen en el contexto de un proceso de envejecimiento que comporta una merma en la capacidad de recuperación per se, siendo los malos tratos un añadido a las dificultades emocionales que ya presentan. Así pues, son habituales los trastornos psicológicos asociados como ansiedad, depresión y baja autoestima. También disfunciones físicas que agravan los problemas funcionales (principalmente problemas de alimentación y sueño). Otra de las consecuencias psicológicas más importantes es el agravamiento de problemas de conducta en personas con demencia. El aumento de la irritabilidad se une a los trastornos de tipo cognitivo, como empeoramiento de la memoria, pérdida de atención y dificultades en la expresión y comprensión, estando alterada incluso la percepción de lo que está aconteciendo. Otra de las consecuencias más relevantes es el estrés postraumático. Las víctimas suelen sentirse responsables de su situación, lo cual se acompaña de sentimientos de vergüenza y tienden a minimizar los efectos por el miedo a perder los vínculos de apoyo con la persona cuidadora.
En cuanto a la intervención, se parte de la idea general del abordaje interdisciplinar como la vía más idónea para la detección, evaluación y tratamiento de los malos tratos siendo el papel de la psicología fundamental en los programas de prevención y tratamiento.
Se interviene de forma preventiva desde las estrategias informativas para promover el cambio de actitudes ante las personas mayores. Por tanto, la información positiva sobre el envejecimiento en los medios de comunicación y la potenciación de actitudes positivas hacia las personas mayores en los colegios son dos de las intervenciones informativas más relevantes.
Otra de los puntos clave de nuestra intervención son los programas de envejecimiento activo ya que promueven la convivencia entre las personas mayores y fomentan su participación activa promocionando la autonomía personal, mejorando las relaciones sociales y potenciando las capacidades funcionales, mejorando competencias psicológicas clave como la autoestima. Estos programas son fundamentales porque controlan los factores de riesgo de sufrir malos tratos, principalmente la dependencia. También contribuyen de forma significativa a crear y reforzar redes de apoyo social entre personas mayores, a implantar hábitos de vida más saludables y a mejorar la calidad de vida de este grupo de población.
Los programas de apoyo psicológico a los y las cuidadores/as de personas mayores en situación de dependencia se convierten en un elemento muy importante de cara a la prevención de los malos tratos. Es importante para las familias contar con programas psicoeducativos y psicoterapéuticos sobre las demencias así como para el aprendizaje del manejo de los problemas de conducta y como herramienta para reducir el estrés asociado a los cuidados. Además, son programas que se realizan en formato grupal, por lo que los/las cuidadores/as cuentan con un espacio personal para poder expresar sus emociones y compartir experiencias de cuidado.
Por último, la formación a profesionales. Se plantea como prioritario aumentar el conocimiento de las necesidades específicas de las personas mayores, con especial atención a las situaciones de dependencia y a su cuidado. Es imprescindible que los profesionales de Atención Primaria reciban formación geriátrica y gerontológica reglada y, más específicamente, sobre el fenómeno de los malos tratos. Igualmente importante será la inclusión del tema de los malos tratos en los planes de estudio de grado, postgrado y en la formación continuada propuesta por Colegios o Asociaciones Profesionales.
Desde el COPCLM consideramos por tanto el problema de los malos tratos hacia las personas mayores como un fenómeno que no debe pasarse por alto, más aun conociéndose que las personas mayores han sido uno de los colectivos más castigados durante la pandemia por Covid-19 y por tanto consideramos necesaria la intervención psicológica adecuada hacia este colectivo, resaltando:
- La importancia del desarrollo y trabajo en programas de envejecimiento activo, para el control de los factores de riesgo y para potenciar habilidades y competencias en las personas mayores.
- El entrenamiento psicoeducativo y apoyo psicológico y formativo a los/las cuidadores/as de las personas mayores más dependientes y con demencias. El apoyo psicológico a las personas cuidadoras debe garantizarse como forma de prevención de situaciones de malos tratos, provocadas por la sobrecarga física y emocional que suponen los cuidados a personas mayores en situación de dependencia.
Programas formativos dentro de los centros sociosanitarios, así como el fomento e inclusión de la Psicología en los centros, para la correcta detección, abordaje terapéutico e intervención sobre los factores de riesgo de sufrir malos tratos.
Jesús Escobar Real.
Colegiado Nº CM01435
Miembro de la Junta de Gobierno del COPCLM
