Estamos viviendo un cambio climático, en el cual, la psicología también tiene un papel importante.
La psicología ambiental estudia la relación entre las personas y su entorno físico, subrayando cómo los lugares y paisajes contribuyen a la construcción de identidad, sentimiento de pertenencia y bienestar psicológico (Proshansky, 1978; Corraliza, 2009). Cuando un incendio forestal destruye viviendas, entornos naturales y espacios comunitarios, no solo se produce una pérdida material, sino también un impacto en los vínculos afectivos con el lugar. La identidad de lugar y el sentimiento de pertenencia se ven amenazados, lo que puede generar un proceso de duelo psicológico similar al vivido tras la pérdida de un ser querido (Fullilove, 1996; Scannell & Gifford, 2010).
Los estudios sobre “solastalgia” —la angustia generada por la degradación del entorno— muestran cómo la destrucción del paisaje provoca sentimientos de desarraigo, tristeza y desesperanza (Albrecht et al., 2007). En el caso de los incendios, esta experiencia se amplifica: las llamas arrasan con el territorio, la memoria colectiva y las referencias emocionales de quienes lo habitan, lo que deriva en síntomas de ansiedad, estrés postraumático y un duelo prolongado. La psicología de emergencias debe considerar estas dimensiones para ofrecer apoyo no solo frente al trauma inmediato, sino también frente al vacío identitario y comunitario que dejan los desastres ambientales.
Por ello, el Colegio Oficial de la Psicología de Castilla la Mancha activó un teléfono de atención a las victimas de los incendios en Castilla la Mancha con especialistas en psicología de emergencias. Este servicio de atención telefónica estuvo activo desde el 17 de agosto hasta el 18 de septiembre de 2025.
El análisis del servicio de atención telefónica activado tras los incendios en Castilla-La Mancha mostró la diversidad de demandas de la población afectada. Muchas personas recurrieron al recurso como espacio de desahogo emocional, relatando sentimientos de miedo, rabia y culpa, además de sintomatología de estrés agudo: alteraciones del sueño, hipervigilancia, hipersensibilidad a olores como el humo, reviviscencias y cambios de humor. También se reportaron reactivaciones de traumas previos y la necesidad de orientación sobre cómo apoyar a familiares y vecinos.
Desde la perspectiva de la psicología ambiental, estos datos confirman que el incendio impacta en tres niveles:
- Individual, con la vivencia del trauma y la pérdida.
- Comunitario, con la ruptura de redes sociales y de apoyo.
- Ambiental, con la desaparición de referentes territoriales que forman parte de la identidad colectiva.
El acompañamiento psicológico en estos casos debe integrar la atención inmediata (primeros auxilios psicológicos, escucha activa y contención), la atención a medio plazo (derivación de casos de riesgo y seguimiento) y la prevención de efectos a largo plazo (resiliencia comunitaria, campañas de apoyo y reconstrucción del sentido de pertenencia).
Debemos ser conscientes de que los incendios son eventos traumáticos que generan un conjunto de sintomatología frecuente en la población afectada. Podríamos hablar de que dicha población puede ser vulnerable de sufrir estrés agudo y ansiedad intensa; trastornos del sueño y estado de alerta continua; hipersensibilidad a estímulos relacionados con el incendio y suceso traumático vivido; recuerdos intrusivos; sentimientos de pérdida, tristeza profunda y duelo psicológico vinculado al territorio; así como reactivación de traumas anteriores.
Ante estas manifestaciones, las técnicas de afrontamiento más recomendadas en la emergencia psicológica incluyen:
- Primeros auxilios psicológicos: brindar calma, seguridad y contención emocional.
- Escucha activa y validación emocional, facilitando la ventilación de sentimientos.
- Normalización de reacciones ante el estrés, explicando que los síntomas son esperables tras un suceso extremo.
- Orientación práctica y conexión con recursos comunitarios, fortaleciendo redes de apoyo.
- Detección temprana de casos de riesgo y derivación a profesionales especializados.
- Intervenciones comunitarias de resiliencia, promoviendo espacios colectivos para compartir experiencias y reconstruir el sentimiento de pertenencia.
En definitiva, integrar la dimensión ambiental en la psicología de emergencias permite comprender mejor la magnitud del duelo que dejan los incendios. No solo arden los bosques y las casas: también se quiebran identidades, vínculos comunitarios y memorias colectivas. La tarea de la psicología es acompañar en la reconstrucción de esos lazos, ofreciendo herramientas de afrontamiento que permitan a las personas y comunidades recuperar su equilibrio y esperanza.
En el registro del servicio telefónico llevado a cabo por los psicólogos especialistas en emergencia en Castilla la Mancha, se comprueba nuevamente, que la psicología de emergencias, cumple una función esencial como primer canal de apoyo: ofrece escucha activa, orienta sobre recursos y facilita la derivación a profesionales y protocolos específicos tales como las guías y documentos colgadas en nuestra web.
Una vez más se muestra la importancia de la atención psicológica en situaciones de emergencia y la necesidad de intervención para poder normalizar lo antes posible la situación y evitar posibles problemas psicológicos con posterioridad.
- La atención psicológica debe integrarse en los planes de emergencia de incendios igual que la asistencia médica.
- Es importante formar a personal voluntario y vecinos para ofrecer apoyo básico y detectar signos de alarma, y que ellos puedan derivar al profesional de la psicología en ese momento.
- Se recomienda establecer un sistema de seguimiento posterior para los casos con síntomas persistentes o antecedentes traumáticos.
- La coordinación entre comunidades autónomas y colegios oficiales de psicología es clave para ofrecer cobertura más amplia.
Margarita Velascoín González-Tejero.
Psicóloga.
Vocal de la Junta de Gobierno del COPCLM.
Colegiada CM01116
