“Por el derecho de las mujeres a vivir plenamente, con libertad, sin miedo y sin violencias”.
El 25 de noviembre es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, según resolución de la Asamblea General de la ONU del año 1999. Desde entonces, cada 25 de noviembre se convierte en una fecha especialmente relevante para reflexionar sobre las múltiples discriminaciones y violencias que sufrimos las mujeres en todo el mundo.
El 57,3% mujeres residentes en España de 16 o más años (más de una de cada dos) han sufrido algún tipo de violencia machista (violencia física o sexual en el ámbito de la pareja o fuera de él, acoso sexual o acoso reiterado) a lo largo de sus vidas, por el hecho de ser mujeres, lo que significaría 11,7 millones de mujeres, según revela la macroencuesta de Violencia contra la Mujer, elaborada por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género.
La Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, proclamada el 20 de diciembre de 1993 por la Asamblea General de Naciones Unidas, es el referente mundial para definir la violencia contra la mujer. En concreto, su artículo 1, la define como: «todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada».
La violencia de género es una injusticia manifiesta que empobrece nuestra sociedad e impide que se avance en el bienestar común que todas y todos queremos. Es un atentado contra los derechos humanos y la dignidad de las personas. Es una violencia globalizada, sin fronteras, sin límites de sociedades, sin distinción de clases, etnia o grupo de pertenencia y dirigida a todas las mujeres y niñas. Violencia sistémica que se ha venido configurando como violencia sexual, violencia doméstica, asesinatos por parte de nuestras parejas o familiares, trata de seres humanos con fines de explotación sexual, matrimonios forzosos, matrimonios infantiles, embarazos precoces, mutilación genital femenina, relaciones sexuales forzadas, acoso escolar, ciberacoso, acoso callejero, acoso laboral o violencia institucional.
La violencia de género se muestra una manera especialmente dramática en el número de mujeres asesinadas por sus parejas y ex parejas. Por eso, en este día tenemos que acordarnos de las mujeres asesinadas, y de menores y otros familiares asesinados por estos maltratadores, ya que también son víctimas de violencia de género. Manifestamos de manera contundente nuestra más enérgica repulsa ante estos asesinatos y recordamos con tristeza, rabia e indignación a las víctimas. También queremos recordar que detrás de cada mujer agredida o asesinada, hay un agresor, un asesino que pocas veces se nombra, y un sistema machista y heteropatriarcal que sustenta la violencia de género.
Solo a través de una responsabilidad compartida entre el conjunto de la ciudadanía y los poderes públicos, podremos terminar con esta terrible desigualdad. Tenemos que implicarnos desde los entornos cercanos a las mujeres que sufran la violencia para apoyarlas y comunicar la situación a las administraciones correspondientes. Tienen que seguir impulsándose políticas, programas, proyectos que garanticen el libre ejercicio de las autonomías de las mujeres, desde que somos niñas, con una educación que empodere y acabe con la cultura del miedo, apostando por el pleno cumplimiento de los derechos humanos, para que cada mujer del mundo pueda desarrollar de forma libre, autónoma y sin violencia su proyecto vital, siendo escuchadas y tenidas en cuenta desde la infancia.
Para acabar con la violencia de género, es imprescindible lograr una igualdad real y efectiva, abordándolo de una perspectiva integral. Para ello son fundamentales las medidas de sensibilización para implicar a toda la sociedad en la eliminación del machismo y las violencias; los programas de prevención de la violencia de género, prestando especial atención a los y las menores expuestos a esta violencia; la coeducación para prevenir conductas discriminatorias en todos los tramos de la enseñanza; la atención integral y la coordinación institucional, para evitar duplicidades y actuar con mayor eficacia y eficiencia.
La Psicología tiene poderosas armas para luchar contra esta lacra, principalmente a través de dos vías: la educación y la intervención psicológica. En materia de educación, es especialmente importante concienciar acerca de la importancia de la educación afectivo-sexual durante todas las etapas de la infancia y adolescencia. Para erradicar este tipo de violencia es fundamental generar programas especializados y específicos tanto para víctimas como para agresores.
Aún queda un largo camino por recorrer. Tenemos por delante un trabajo de transformación social en todas y cada una de las esferas del ámbito económico, político y social, para que el 25 de noviembre deje de ser una fecha de necesaria reivindicación y para que ninguna mujer sufra violencia por el hecho de ser mujer. Todos y todas somos imprescindibles en esta lucha.
Fátima Mondéjar Rodrigo.
Psicóloga y Coordinadora de la Casa de Acogida para Víctimas de Violencia de Género de Ciudad Real.
Nº colegiada CM01670
Miembro del Grupo de trabajo de Psicología e Igualdad de Género del Colegio Oficial de la Psicología de Castilla-La Mancha.