El 25 de noviembre, es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres de manera oficial desde el año 2000, cuando la ONU aprobó una Resolución que designaba esta fecha como el Día internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, invitando a gobiernos, organizaciones internacionales y a ONGs a coordinar actividades todos los años en esta fecha, que eleven la conciencia pública. Tiene su origen en la necesidad de honrar la memoria de las tres hermanas Mirabal, activistas políticas de la República Dominicana que fueron asesinadas en 1960.
Existen múltiples formas de violencia hacia las mujeres, pero en especial la violencia psicológica contra las mujeres dentro de una relación de pareja, afecta a alrededor del 43% de la población femenina, junto con la violencia física y sexual, cuyo impacto según la OMS sería aproximadamente del 30%. La psicología, por tanto, debe desempeñar un papel importante en el abordaje de la violencia contra la mujer.
Generalmente, la violencia dentro de las relaciones de pareja resulta en conductas de coerción y comprende el control del comportamiento, el abuso verbal y el control económico, además de la agresión física. Los problemas psicológicos son una realidad para un número muy significativo de mujeres que sufren este tipo de violencia.
Las consecuencias psicológicas del abuso son en ocasiones más graves que sus efectos físicos. La experiencia de abuso continuo erosiona la autoestima de las mujeres y aumenta el riesgo de una variedad de problemas de salud mental, como depresión, ansiedad, fobias, trastorno de estrés postraumático, suicidio, autolesiones, abuso de alcohol y drogas, y distintas formas de angustia.
Las y los profesionales de la psicología participan activamente en la evaluación psicológica, la evaluación de riesgos y el apoyo a mujeres y niñas que han sido víctimas de violencia de género, trabajando también con los y las huérfanas del feminicidio.
Con un enfoque en las intervenciones preventivas, las y los psicólogos participan activamente en programas para prevenir la violencia en los colegios, promoviendo la educación en igualdad de género tanto en el comportamiento como la expresión de sentimientos; también trabajan con jóvenes agresores y acosadores, considerando que algunos de ellos también podrían haber sido victimizados.
Asimismo, las y los psicólogos apoyan el trabajo voluntario y las asociaciones contra la violencia, ofreciendo orientación, formación y asesoramiento en la organización de grupos de autoayuda y grupos de auto representación, fomentando así los servicios y apoyos adecuados para el empoderamiento y la recuperación de la superviviente.
Los y las psicólogas desempeñan un rol fundamental en los servicios de emergencia, casas de acogida y otros servicios de apoyo, y tienen un papel central en los procedimientos judiciales, incluyendo los juzgados de menores, los juzgados penales y civiles de familia, por su experiencia en Psicología Jurídica, especialmente requerido en los procedimientos contra los acusados de violencia que involucran a familias, incluidos niños y niñas y jóvenes. Finalmente, las y los psicólogos juegan un papel en las cárceles de adultos, y centros de menores, con una función diagnóstica y terapéutica-reparadora para los agresores detenidos.
Debemos señalar la importancia de dotar a los y las profesionales de la salud, tanto en el ámbito hospitalario como en la práctica general, con las habilidades y la formación necesaria para incrementar su conocimiento y comprensión de las formas y dinámicas de la violencia doméstica y la violencia de género, y desarrollar procedimientos para manejar de forma eficaz la mayoría de estos casos.
Los y las psicólogas trabajan para apoyar al personal social, educativo y de salud en la atención y desarrollo de la resiliencia, y desempeñan un papel relevante en la creación de entornos seguros y respetuosos, donde las mujeres pueden expresarse libremente, tanto física como emocionalmente, e interactuar con todas las personas sin ningún tipo de coerción. La mayoría de los servicios de salud carecen todavía de herramientas adecuadas para la detección e intervención de la violencia, especialmente en los Servicios de Emergencia, donde se registra un mayor número de mujeres víctimas de violencia por parte de sus parejas sentimentales, y, sin embargo, las observaciones médicas se limitan a evaluar únicamente los daños físicos.
Siguiendo estas consideraciones, se detecta la necesidad de:
- Promover la conciencia social y profesional sobre la violencia de género contra las mujeres, entre los psicólogos y las psicólogas y todos los y las profesionales sociales y de la salud.
- Establecer pautas de género específicas en los Servicios de Emergencia y en todos los servicios públicos y privados (policía, servicios sociales, tribunales ordinarios y especiales), para crear unas directrices orientadas a las distintas consecuencias de la violencia.
- Desarrollar programas de formación dirigidos a mejorar las actitudes y el conocimiento de los profesionales, sobre las mujeres maltratadas, y a desarrollar protocolos sanitarios y psicológicos integrados, promoviendo, a su vez, la concienciación de la comunidad y las estrategias para abordar estas situaciones.
Olga Moraga Amaya.
Psicóloga.
Vicedecana del COPCLM
Nº colegiada CM01134