El cambio climático, entendido como un problema humano urgente al que se enfrentan las actuales sociedades, es sin duda uno de los mayores riesgos globales con unos efectos claramente palpables a nivel local.
A este respecto, el análisis de los riesgos se ha constituido como campo de investigación e intervención multidisciplinar reciente debido a la aparición de nuevos tipos de peligros tecnológicos y ecológicos.
La psicología, como ciencia de la cognición y de la conducta comprometida con el bienestar humano, juega un papel decisivo para entender y responder al cambio climático. De hecho, la investigación psicológica nos revela que las creencias sobre la realidad del cambio global y su importancia e implicaciones pueden variar dependiendo del contexto social y físico en el que nos encontremos.
La amenaza del cambio climático resulta difícil de aceptar al activar defensas emocionales como la negación o dilemas ante los que resulta muy complicado decidirse dada nuestra cultura de desarrollo humano. En este sentido, la comunicación sobre el cambio climático habrá de tener presente aspectos como sus posibles vínculos con los beneficios o daños que ocasiona, el estrés ante el necesario cambio que supondrá en nuestro estilo de vida, la fuente que emite los mensajes y el grupo de población al que se dirigen y sobre todo vincular estos mensajes a valores importantes como pueden ser la salud y la calidad de vida, que no necesariamente se habrán de basar en el consumo o posesión de bienes materiales como la publicidad nos hace creer.
El bienestar humano está entrelazado a los lugares o espacios físicos y ecológicos que ocupamos, y por ello mientras el cambio climático transforme nuestros entornos será necesario adaptarnos para contrarrestar la inseguridad y daños de sus efectos. En concreto, cambios de temperaturas en forma de sequias y olas de calor, nuevas enfermedades causadas por desplazamientos de especies y zoonosis, eventos climáticos extremos causantes de desastres naturales como incendios o inundaciones, y hambrunas, migraciones o conflictos sociales por el acceso a los recursos naturales.
Todos ellos de una forma u otra generan una mayor prevalencia e intensidad de reacciones mentales en forma de trauma, depresión y angustia que hacen más vulnerables a las personas ante el sufrimiento y también a las sociedades por falta de equidad, injusticias socioambientales y desigualdad económica ante los riesgos.
Frente a la inevitabilidad del cambio climático y sus impactos, la psicología tiene un largo camino recorrido en intervenciones de cambio comportamental tanto para promover una vida saludable como para fomentar la resiliencia de las comunidades a través de la promoción de la participación y del sentido de significado. Las actitudes y hábitos individuales y sociales cobran un papel importante para influir en las políticas que finalmente se adoptarán ante la transición ecológica y las necesarias adaptaciones a un mundo cambiante.
Más en concreto y por lo que se refiere al riesgo de inundación, como fenómeno frecuente y muy destructivo provocado por el cambio climático, es obligado abordarlo desde una intervención multidisciplinar donde la incorporación de la dimensión humana se considera fundamental puesto que procesos como la percepción del riesgo, la adaptación a la inundación y la comunicación son críticos a la hora de poner en marcha una gestión adecuada del desastre natural y de prepararse para sus posibles consecuencias devastadoras en el territorio y en vidas humanas. Por todo ello, es necesario contemplar las recomendaciones de las ciencias sociales y de la psicología ambiental para conseguir una gestión efectiva a través de planes de protección donde las creencias, actitudes y motivaciones de la población cobran especial relevancia.
La realidad es que el deterioro ecológico de los entornos locales y del planeta Tierra está provocando graves problemas de salud pública y puede comprometer seriamente la supervivencia de la humanidad. Las causas de esta situación, a decir de un amplio acuerdo científico, se encuentran en el modelo de desarrollo humano basado en la producción, distribución y consumo de recursos por encima de los límites biofísicos del planeta, lo que a su vez está generando grandes bolsas de pobreza, desigualdad y residuos contaminantes difícilmente asimilables por los ecosistemas de los que depende la vida.
Ante esta situación, como profesionales de la psicología, cabe preguntarnos sobre nuestra responsabilidad y plantearnos la exigencia de trabajar conjuntamente con profesionales de otras disciplinas científicas para que el conocimiento adquirido a través de la investigación psicológica tenga un mayor impacto en el diseño de programas y políticas encaminadas a promover la conciencia sobre el cambio climático y la implicación social en la modificación de las conductas, actitudes y valores necesarios para la transición a un modelo de desarrollo compatible con la vida y con el sistema Tierra.
Antonio González López.
Psicólogo.
Colegiado Nº CM00299
Más información:
Cerrillo, A. (2024) (Coord.). El mapa de la crisis ambiental en España. Conflictos en la transición ecológica y sus soluciones. Editorial Icaria.
Journal of Environmental Psychology, 2024. Volumes 93-100.
Psicología y medioambiente. Papeles del Psicólogo, 2019. Vol. 40(3).