Artículo del COPCLM con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer

Desde hace unos años, los profesionales que trabajan con temas de género han introducido el término de interseccionalidad para obtener una mayor visibilización de las diversas situaciones de discriminación y violencia que enfrentan las mujeres.

La interseccionalidad es un enfoque que destaca las relaciones de discriminación entre el sexo, el género, la etnia, la clase social, la orientación sexual, la edad, la discapacidad, la religión, etc. Este enfoque de análisis e intervención permite contemplar la complejidad de variables sociales y personales que en ocasiones no se tienen en cuenta y que como profesionales de la psicología debemos aprender cómo influyen en su conjunto para no caer en estereotipos o discriminaciones y poder ayudar a cada paciente según sus necesidades

De este modo, la interseccionalidad es un enfoque que permite ser consciente de la discriminación múltiple y compleja que experimentan las mujeres. Esto podemos verlo en la psicología cuando escuchamos que una mujer de 20 años no debe ir al psicólogo porque a su edad solo tiene “problemas de críos”; mientras que si la mujer tiene 40 el motivo de no ir al psicólogo es debido a que debe de cuidar de las personas dependientes a su cargo y si prioriza su salud la llamaremos “mala mujer” por no cumplir su rol de cuidadora. Así mismo, una mujer con un trastorno psicológico de alto nivel económico y social puede permitirse un mayor autocuidado y acudir al profesional de la psicología; mientras que una mujer inmigrante con el mismo trastorno psicológico de bajo nivel económico y social no puede acceder a esa ayuda.

En la investigación, es importante incluir esta perspectiva debido a que la intervención se fundamenta en los resultados encontrados en los estudios científicos. Es por ello, que si la investigación no tiene en cuenta la interseccionalidad en la perspectiva de género, podemos incurrir en sesgos de diagnóstico, tales como mayores diagnósticos de depresión y ansiedad en mujeres cuando los síntomas que presentan pueden ser compatibles con otros trastornos más frecuentemente  diagnosticados en hombres; o pueden presentar una sintomatología relacionada con el ciclo hormonal de la mujer o con los mandatos de género. Estos errores pueden provocar una sobremedicación en estas mujeres en lugar de modificar los patrones que causan esos síntomas de malestar.

Además, en la clínica nos encontramos con mujeres que sufren y no acuden a tratamiento ni buscan ayuda debido al estigma que sufren y a los posibles sentimientos de invalidación que puedan surgir si acuden a un profesional, especialmente cuando su problema no está relacionado con alguno de los trastornos psicológicos relacionados con mujeres. Por ejemplo, las mujeres que tienen un trastorno adictivo, un problema asociado a lo masculino, sufren un doble estigma y una mayor discriminación respecto a otras mujeres y a hombres con una adicción, por lo que ocultan el problema y no piden ayuda.

Por esto, el día de hoy os invitamos a reflexionar sobre la interseccionalidad y cómo poder aplicarla a la práctica profesional para no caer en estas discriminaciones y poder ayudar a cada persona según sus necesidades,

Elena Serrano Jiménez.
Psicóloga colegiada Nº CM-03451
Miembro del Grupo de Trabajo de Psicología e Igualdad de Género del Colegio Oficial de Psicología de Castilla-La Mancha.

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